Continuamos con la segunda parte del artículo, así que si aun no lo has leído te invito a que lo hagas. En esta parte vamos a analizar una serie de preguntas frecuentes en consulta de sexología sobre este tema.

 

¿Debe molestarnos que nuestra pareja recurra a imágenes pornográficas, sean videos o fotos?

La respuesta es delicada, puesto que depende de muchos factores.

Si el consumo de pornografía no responde a un abuso o adicción, la respuesta podría ser que no debería molestarnos. Muchísimas personas consumen pornografía o erotismo a través de videos, películas, fotografía o textos y esto no supone mayor problema. Puede ayudar a excitarse, puede ayudar a mantener la mente en clave erótica, puede ayudar a generar fantasías y puede ayudar a aumentar o mantener el deseo. Otras veces, se consume por búsqueda de placer inmediato asociado a una masturbación. Esto tampoco tiene nada de malo.

 

¿Mi pareja me es infiel si se excita viendo pornografía en vídeos, películas o fotos?

No, tu pareja no te es infiel si se excita viendo imágenes. La infidelidad es un acto de traición a un pacto de fidelidad sexual y emocional. Si una persona se masturba viendo imágenes, entendemos que no se viola tal pacto y desde luego no hay ningún componente emocional asociado a los personajes de las películas. ¿Por qué será que cuando hablamos de textos eróticos no nos planteamos las mismas preguntas? Es decir, si mi pareja se excita viendo imágenes no me gusta pero si se excita leyendo textos, no me importa.

La idea errónea que hay detrás de esto es la idea de creer que es la persona o personas de las imágenes las que crean esa excitación en nuestra pareja o creer que esa excitación que puede producir una imagen es comparable a lo que puede sentir por una misma o uno mismo. Es decir, si nos molesta que nuestra pareja vea pornografía es porque nos comparamos y nos metemos en el mismo saco. El pensamiento que se da interiormente es el de “solo yo debo excitar a mi pareja”.

Aquí es donde ponemos de manifiesto el motor del deseo de cada persona. Hay personas que poseen un tipo de deseo “LO” y otras personas un tipo de deseo “LE”. Esto significa que lo que a algunas personas les excita es el acto o desarrollo de los hechos en sí (una penetración, una felación, el desarrollo de un trío, etc…) y a otras personas les excita más la persona en sí (el componente del video o película). Esto se ilustra perfectamente cuando muchas personas se erotizan con personajes de novelas pornográficas y no necesariamente por los actos que se desarrollan en sí mismos.

Las personas que  poseen un deseo LE, es más frecuente que les moleste que su pareja se excite viendo a otras personas en un video, puesto que ellas ponen la mente en el personaje, pero la pareja puede tener un deseo LO puesto en los actos en sí.

 

¿Qué pasa entonces cuando hay una fotografía?

En las fotografías a veces no aparecen actos sexuales, sino fotos de personas. En este caso no parecería tener sentido el deseo LO, puesto que si no hay movimiento ni acto, el foco de atención está en la persona.  Pero la realidad es que sí tiene sentido. Aquí pueden ocurrir dos cosas:

  • La persona simplemente usa esa imagen para generar una fantasía detrás, puesto que de la imagen se pueden deducir muchas actitudes.
  • La persona se excita a través de una conexión automática solo por el hecho de ver la imagen de una persona que califica globalmente como atractiva o a veces, fijándose únicamente en alguna parte del cuerpo. Esto significa que no hay un proceso consciente y que no atribuimos ninguna cualidad a la imagen. No podemos decir que “esta persona me gusta”.

 

¿Conozco a las mujeres u hombres que aparecen en las imágenes que uso para excitarme?

Si la respuesta es no, todo lo que atribuimos a esa imagen o persona, es completamente irreal, con lo cual, no podemos decir que esa persona nos gusta o nos atrae, simplemente nos excita en el plano puramente primario. Nos excita su postura, nos excita lo que hace, o nos excitan partes de su cuerpo.

Aunque nos excite la persona en sí, no podemos sacar la conclusión de que esa persona nos gusta puesto que no la conocemos, ni la tenemos delante (con lo cual no podemos sentir atracción de ningún tipo).

Es solo una imagen a la cual, le atribuimos unas cualidades o actitudes y que usamos con el fin de excitarnos o mover nuestra mente.

 

¿Significa esto que me gustan más las personas de las imágenes que mi propia pareja?

La respuesta habitual a esta pregunta es que es completamente diferente. La gran mayoría (por no decir la totalidad) prefieren el acto sexual con su pareja y manifiestan excitarse altamente con ella.

Pero la visualización de porno opera en un terreno de juego completamente distinto donde no hay infidelidad (no hay contacto con una persona real, ni hay emociones) ni atracción real por esa persona o personas. Tampoco existe comparación ni rivalidad respecto a la pareja real.

Conclusiones

  • Ver pornografía es algo muy normalizado en la sociedad en que vivimos.
  • La pornografía también existe en textos sin imágenes.
  • Los hombres tienden a consumir un tipo de porno más visual y la mujer tiende a consumir pornografía escrita o erotismo visual.
  • La excitación a través de una imagen o video no debe suponer una comparativa respecto a la pareja, puesto que operan en terrenos de juego distintos y generalmente corresponde a un circuito primario (veo un acto sexual o persona atractiva y me excito).
  • Siempre y cuando el consumo de pornografía no sea abusivo o adictivo, no tiene porque suponer un problema, y puede tener beneficios en la pareja.

 

IMPORTANTE: lo expuesto en el presente artículo hace referencia a un uso de la pornografía de forma no abusiva ni adictiva, y donde las relaciones sexuales con la pareja estable son con una frecuencia correcta y satisfactorias.

Todo lo expuesto puede tener sus matices si la pareja solo consume pornografía y no tiene deseo por su pareja o no muestra interés en tener sexo con ella; en ese caso, no es que exista un problema por el uso de pornografía, sino que existen otros problemas en la pareja, que sería conveniente revisar.

 

Gemma Sánchez Pérez. Psicóloga y Sexóloga. Especialista en problemas de pareja